Cartulino

Cartulino fue mi buen gran amigo conejo. Pesaba casi un kilo y medio, medía menos de 30 centímetros. Vivió poco más de tres años. Me enseñó muchas cosas, que solo él podía explicarme: «La vida de un animal de presa», nosotros somos depredadores, por eso nuestros ojos se encuentran al frente, los de ellos en los laterales para ver casi 360º y así estar atentos y cuidarse.

Cartulino olía a hierba, a pelo limpio y fresco, practicamente no huelen a nada para no llamar la atención, pero cuando convives con ellxs, reconoces su aroma, así como ellxs el tuyo. Cuando corren y camina no hacen ruido, por eso siempre acabas tropezando con sus cuerpecillos.

Con el tiempo y si les cuidas, les quieres, te consideran de su manada, duermen panza arriba, les tiemblan los mofletes y los bigotes en el sueño profundo, no te temen. Y si te dan lenguetazos, significa que te quieren.

Cuando pintaba o dibujaba en la mesa, a veces Cartulino se quedaba hecho bola a mi lado, cerca de mis pies. Alguna vez que me sentí mal y pasé el día en cama, el tampoco quiso merendar, solo se quedó acurrucado igual que yo.

Por las mañanas y por las tardes, corría, saltaba y jugaba. Son animales crepusculares, hacen sus actividades al amanecer y al atardecer, cuando sus depredadores duermen.

Son gregarios, por eso Cartulino y Libreta eran muy felices juntxs. Pasaban casi todo el tiempo juntxs, pero en ocasiones sabían darse sus espacios y tenían sus asuntos personalísimos que atender.

Cuando el animal presa, adopta e integra en su manada a un animal depredador como yo, demuestra que el cariño y la empatía transciende la información genética y el curso natural de la vida.

Estoy muy agradecido con Cartulino con todo lo que me enseñó y cuidó. Murió el 16 de enero del 2020. Lo recuerdo a diario…

Anthony and the cebolla picada

Comenzaba el verano

pronto sería de noche

así de bonito como anochece ahí

Escuchábamos a Anthony and the Johnsons,

y la música nos envolvió como cebolla picada

Comenzamos a llorar al mismo tiempo

y nos abrazamos

y lloramos

y nos mojamos de sal

Después nos dio la risa

pero quedamos tristes para siempre.

Mariposas grisasuladas

Cómo es posible

que las pequeñas mariposas,

las diminutas mariposas,

se puedan encontrar

en campos enormes de hierba.

Cómo es posible

que coincidan en sus trayectorias.

Dos mariposas en una misma flor,

es un desafío galáctico,

una paradoja cuántica,

igual de poderosas que un agujero negro.

Vuelan, se van…

y vuelven a coincidir…

Silencio.

El teléfono, el messenger y el atún

Nos lo dijimos todo, porque entonces se telegrafiaban las almas

Llamabas por teléfono a mi hora de comer, eran tacos de atún, alguna vez no los comí que debía irme a dar clases.

Por las noches escribía largas cartas de amor a modo de diario,

las guardaba en usb y en destartalados ordenadores de locutorios cercanos, intentaba enviarlos por email.

El messenger ya no era una opción, la distancia del Atlántico, no cuadraba los horarios.

Nuestros días, eran nuestros días, serían nuestros días.

Todo lo planeamos, parece que entonces resultó, y la calle Durango y las tostadas Cueto, pueden corroborarlo.

Ahora ya no como atún, ya no hay messenger y el email no pasa por sus mejores tiempos.

Son tiempos en que el amor se cultiva en Whatsapp, en vídeollamadas y fotos de móvil.

Me quedo con el emocionante turururún, el zumbido de las viejas computadoras, las teclas borradas y los 10 pesos de la hora de internet.

Y todo sucedía después del cometa.

Ahora son ovnis

Para amar a nuestros viejos y viejas

hay que vestirse de astronautas

Para escuchar sus historias

hay que untar distancia

Un hasta pronto

entre líneas hasta nunca

entre líneas hasta que se pueda

entre líneas ahora

Amar a nuestros viejos y viejas

es subirte al Apolo 11

es ir a la luna, es ver a la luna

es no sentir a la luna

Nuestros viejos y viejas

ahora son ovnis

son meteoros

son estrellas fugaces

son luz.

 

Nunca nos vamos, nunca llegamos

Perdí el avión de vuelta,

los que migramos en avión

siempre perdemos el avión de vuelta.

 

Por perder, perdí el acento

se nos traspapelan con los acentos

de las tierras de acogida.

Sonamos a un lugar que no existe,

porque lo llevamos en nuestra espalda.

 

Todo se vuelve elástico:

las historias

los sabores

los afectos.

el tiempo entre vuelta y vuelta.

 

Los que migramos

nunca nos vamos

nunca llegamos.

 

Algunos, por perder

pierden la vida

porque mueren migrando.

Son siempre migrantes.

Xocolatl fresco

Ya no vengo de la gran laguna,

ni del ombligo del mundo

ahora soy cholulteca,

me bautizaron con xocolatl fresco.

Crucé el cerro por dentro,

afuera los pedernales de obsidiana

apagaron los reflejos

de los espejos humeantes.

Soy cholulteca, soy obsidiana

y el conejo de la luna me cuida.